sábado, 26 de septiembre de 2015

Introducción.

...  Un suspiro con aire despreocupado chocó contra una de las tantas ventanas del final del último vagón con destino a Melbourne. 

Me encontraba con un señor mayor unos asientos delante mía, y justo a su lado, parecía estar sentada su nieta. Su edad oscilaba entre los ocho y nueve años.    ¡Qué edad tan bonita e ingenua!  La meta real en la vida es conseguir guardar nuestro niño interior, conservarlo por más que las circunstancias intenten cambiarnos. Nunca dejar la importante cualidad que nos hace brillar sin necesidad de poseer dinero, popuralidad ni poder... La inocencia.
Buscaba respuestas a mis cientos de preguntas que vagaban en mi mente de una manera insistente, como si fuera algo que corriera urgencia.   Independientemente de mi edad, mi madre comprendía que mis dudas por ciertos aspectos de la vida fueran incesantes.
Me caracterizaba por mi infinita paciencia y mi inmensa curiosidad.

No tenía bien claro lo que me depararía este viaje, pero sí esperaba llegar a casa conociéndome a mí misma y el mundo que me rodea un poco mejor.
Mi madre insistía en que era muy joven para marcharme sola de casa e independizarme a mis dieciocho años de edad, pero tomé una decisión que creo que puede cambiarme la vida y de una manera muy positiva. Considero que cada uno de nosotros debemos aprender a escucharnos un poquito más.
La mayoría, -y digo la mayoría porque hay un reducido porcentaje de personas que no lo hacen-, siguen la rutina como si ese fuera su día a día durante sus próximos 'x' años de vida, pero ninguno se pregunta el por qué sigue un patrón y por qué está haciendo lo que está haciendo. El día en el que empecemos a cuestionarnos lo importante, querremos comenzar a investigar y ojalá no sea demasiado tarde para ninguno.

Yo comencé a hacerme dichas preguntas hace unos años atrás, y como unos reglones arriba he comentado, soy una persona excesivamente curiosa y me atrae todo lo que conlleve misterio. Así que aprovecho mi mayoría de edad para poder pasar un tiempo en mi única compañía, adentro de mis pensamientos. Pensamientos de una adolescente, con miedo a lo desconocido pero que por otra parte, desea saberlo todo sobre sí misma, sobre la gente y el mundo que está bajo sus pies.

Frenaron bruscamente el tren, -lo que significaba que el trayecto había finalizado-,  de forma que casi desayuno el asiento situado en frente mía, pero conseguí agarrarme a tiempo. Abrieron las puertas y pude salir al lado de mis dos gigantes maletas.

Me esperaba una gran experiencia que conduciría a las respuestas que tanto ansiaba y abarcaría el conocerme realmente.

                       Y tú, ¿te vienes conmigo?